Las preguntas que se deben plantear en una sesión de coaching, que también se pueden utilizar en “autocoaching”, deben ser abiertas, claras y con un propósito. En este artículo planteo un ejercicio que se puede practicar de forma individual. Se trata de plantear ciertas preguntas que en este caso están enfocadas sobre todo al ámbito de la nutrición, sin embargo se pueden aplicar a otros campos como el emocional, profesional, personal, etc. Te ayudarán a reflexionar sobre tu comportamiento, intereses y objetivos.
¿Qué tipo de preguntas hay?
En un contexto más general las preguntas pueden ser:
- Abiertas: eficaces para generar conciencia y responsabilidad. Son preguntas neutrales en las que hay que intentar que la propia pregunta no revele intención de influir en la respuesta o intente dirigirla. Suelen empezar por un pronombre o un adverbio como quién, qué, dónde, cuándo, cómo, cuánto, cuál, cuáles, para qué… y facilitan una comunicación activa.
- Cerradas: promueven respuestas breves y no incitan al diálogo. Suelen ser preguntas de negación y libera a las personas a pensar. Este tipo es menos adecuado y no suelen utilizarse en procesos de coaching a no ser que se quiera verificar la información.
Más concretamente y atendiendo a la intención con la que se quiera comunicar, en el proceso de coaching las preguntas pueden ser:
- Formales – sirven para delimitar el proceso
- Estratégicas – sirven para redirigir los puntos de desarrollo del coach
¿Qué son las preguntas poderosas?
Son aquellas que facilitan el diálogo y tienden a probar una reflexión, digamos que incitan a pensar. Se caracterizan porque:
- No tienen como objetivo la obtención de información, sino el hacer pensar, sentir o reaccionar sobre el asunto que se trate.
- Se centran en la forma en que se afronta el tema y sobre cómo buscar alternativas. Así se logra que se tome conciencia de cómo se siente la situación, más que del problema en sí que la genera.
¿Cuáles son las características de las preguntas poderosas en Coaching?
- Son abiertas y neutras
- Están orientadas hacia el futuro
- Conducen a la acción.
- Tienen un enfoque hacia la meta y no hacia el problema.
- Proponen supuestos positivos y útiles acerca de la situación.
Todo esto es teoría, si bien con las siguientes preguntas de ejemplo lo entenderás mejor. Te propongo que realices este ejercicio tratando de responderlas. Tómate tu tiempo y procura ser objetiv@. Seguro que cuando termines, y gracias a la reflexión y el autoanálisis, te darás cuenta de que con poco esfuerzo no es difícil empezar a conocerte un poco más.
Supongamos que lo queremos enfocar este ejemplo a la mejora de hábitos nutricionales, además de desear cambiar ciertos hábitos poco saludables, con el fin sentirte mejor contigo mismo y mejorar tu alimentación y tu visión frente a la vida. Deberás preguntarte:
Sobre mi compromiso
- ¿Hasta qué punto estoy comprometid@ para abordar este cambio?
- ¿A qué debo renunciar para lograr mi objetivo?
Sobre mi objetivo
- ¿Qué metas me he planteado?
- ¿Cuáles son mis expectativas?
- ¿Puedo alcanzar mi meta haciendo lo mismo que hago ahora?
Sobre mis bloqueos
- ¿Qué debería de cambiar?
- ¿Cómo puedo cambiar mi situación actual?
- ¿Qué medidas podré tomar en el caso de surgir complicaciones?
Sobre el cambio de perspectiva
- ¿Qué consejo me daría a mí mismo@?
- Si pasara por mi situación alguien vinculado a mí ¿qué consejo le daría?
- ¿Cómo afrontaría mi situación un profesional con amplios conocimientos?
Sobre mis intereses y capacidades
- ¿Con qué habilidades y talentos cuento para conseguir mis propósitos?
- ¿Cuáles son mis recursos para lograr mi objetivo?
- ¿Qué es lo que más me motiva?
Sobre la visualización del futuro
- ¿Cómo me gustaría estar en dos años?
- ¿Qué es lo mejor que me podría suceder?
Tras estas reflexiones tendrás más claro tu compromiso, y tus objetivos, podrás abordar mejor tus bloqueos y conocerás mejor tus capacidades.